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No suelo ser de l@s que contribuyen a la histeria colectiva que tenemos en estos momentos con el coronavirus y la campaña mediática que se articula alrededor de el, pero me ha parecido interesante compartir esta columna de Amy Goodman que nos muestra el auténtico problema que tienen en Estados Unidos en relación a este virus y cualquier otra situación sanitaria común o excepcional: la sanidad es privada y si no puede pagártela es fácil morir de enfermedades o situaciones (accidente de tráfico, laboral, parto,…) que en los estados dónde mantenemos orgullosamente la sanidad pública y de calidad, ni siquiera se nos pasaría por la cabeza que pueda suceder.

El miércoles, el representante de atención al pasajero del aeropuerto JFK de Nueva York Vladimir Clairjeune declaró en un encuentro de capacitación para lidiar con la epidemia de coronavirus/Covid-19: “Mis compañeros de trabajo toman decisiones imposibles todos los días porque muchos de nosotros no podemos acceder a un seguro médico asequible. [Elegimos] no acudir al médico ante un problema de salud porque tenemos que optar entre pagar el alquiler, ocuparnos de la familia u obtener la atención necesaria”.

Esa mañana, el vicepresidente Mike Pence se había reunido con un grupo de ejecutivos de diversas aerolíneas para discutir la crisis, donde concluyeron que los viajes aéreos siguen siendo seguros. Sin embargo, el mismo día se informó que uno de los nuevos casos confirmados de coronavirus de entre los crecientes casos positivos en el condado de Los Ángeles era un médico que se desempeña como examinador en el aeropuerto internacional de Los Ángeles. No quedó claro si contrajo la enfermedad en el trabajo o no.

Hay algo que sí es seguro: al coronavirus no le importa tu dinero ni tu partido político. La mejor manera de asegurarte de que la persona a tu lado no esté enferma es que la atención médica esté disponible para todos. La mejor manera de lograrlo es a través del programa Medicare para todos.

El popular programa Medicare, instituido en 1965, brinda atención médica sin costo a personas mayores de 65 años. Medicare para todos simplemente reduciría la edad de elegibilidad de 65 años a cero, asegurando cobertura de salud a todos los estadounidenses desde su nacimiento. El sistema actual de atención médica de hospitales privados y sin fines de lucro, y consultorios médicos, seguiría tal como está, pero los pagos serían realizados por el gobierno de Estados Unidos (que se convertiría en el único contratante de los servicios), reemplazando a las empresas de seguros médicos con fines de lucro, que esencialmente tendrían que cerrar. El proyecto de ley de “Medicare para todos” del senador y actual candidato presidencial Bernie Sanders contempla un aumento de impuestos para la clase media y los acaudalados, pero las onerosas primas de seguros, deducibles, copagos y gastos por utilizar servicios fuera de la red básica desaparecerían. Los costos de la atención médica bajarían más de lo que subirían los impuestos, excepto para las personas muy adineradas.

La mayoría de los costos de Medicare para todos quedarían cubiertos al eliminar los desmesurados y multimillonarios salarios de los ejecutivos de la industria de los seguros médicos. Se obtendrían ahorros extras por negociar precios más bajos para los medicamentos recetados, algo que actualmente no está permitido por ley para Medicare. Se reducirían o eliminarían otros costos adicionales para la sociedad, como los gastos que sufren millones de personas sin seguro médico que tienen que recurrir de urgencia a la sala de emergencias; esto podría evitarse con atención preventiva y visitas anuales al médico.

Mientras se propaga la pandemia de coronavirus, es de interés de cada persona que todos tengan acceso a una atención preventiva y diagnóstica, así como a tratamiento si fuera necesario. Nadie querrá contraer Covid-19 porque una persona que tuvo al lado en algún espacio público no podía pagar un deducible o copago, no tenía licencia médica por enfermedad o está entre los 37 millones de habitantes de Estados Unidos que carece por completo de seguro médico.

El pasado lunes, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, emitió una directiva que exige que las aseguradoras de salud de Nueva York desistan de aplicar la cláusula de “costos compartidos” para las pruebas de coronavirus, las visitas a las guardias, la atención de urgencia y en consultorio en relación con esta enfermedad para quienes ya tienen seguro. El gobernador Cuomo expresó: “Contener este virus depende de que sepamos quién lo tiene. Estas medidas derribarán cualquier barrera que pueda evitar que los neoyorquinos se hagan la prueba”. El gobernador agregó: “Voy a enmendar el proyecto de ley de licencia por enfermedad que envié al Parlamento. Específicamente, incluiré una disposición que dice que las personas que, por esta situación de coronavirus, tengan que ser puestas en cuarentena, deberán ser protegidas. Sus empleadores deberán pagarles por el período de cuarentena y su empleo tiene que ser protegido”.

¿Pero qué pasa con los que no tienen seguro médico?

El miércoles por la tarde, el vicepresidente Pence dio una conferencia de prensa rodeado de altos funcionarios de salud pública. En la conferencia del lunes, Pence había prometido actualizaciones diarias y transparencia total. En la conferencia del martes, la Casa Blanca prohibió, de forma inexplicable, la grabación de video y audio. Al final de la conferencia del miércoles, a la salida de Pence y con las cámaras permitidas nuevamente, un periodista preguntó qué pasaba con los que no tenían seguro. Katie Waldman Miller, secretaria de prensa de Pence, respondió “Gritarle a la cámara no te llevará a ninguna parte”:

Periodista: “¿Quienes no están asegurados pueden hacerse la prueba? Señores, señoras, ¿pueden hacerse la prueba los no asegurados?”

Katie Waldman Miller: “Gritarle a la cámara no te llevará a ninguna parte”.

Periodista: “Bueno, ¿qué tal si responde la pregunta?”

La pregunta fue ignorada. La secretaria de prensa de Pence Katie Waldman Miller se casó hace tres semanas con el principal asesor de Trump, Stephen Miller, impulsor de las medidas más radicales contra los inmigrantes del actual gobierno.

En los principales aeropuertos de la ciudad de Nueva York, los trabajadores como Vladimir Clairjeune están representados por el sindicato SEIU 32BJ. Según el sindicato, el personal que asiste a los usuarios de sillas de ruedas, personal de seguridad, limpieza y del servicio de atención al pasajero de los aeropuertos vienen exigiendo acciones del gobierno estatal para mejorar sus planes de atención médica, que actualmente hacen que la atención de la salud no sea algo accesible para ellos debido a los elevados costos de primas y deducibles.

Estas son declaraciones de la senadora del estado de Nueva York Alessandra Biaggi, que acaba de introducir la Ley de terminales saludables en el parlamento estatal: “La Ley de terminales saludables es un intento de garantizar realmente que aquellos que están en la primera línea de la recepción de los viajeros internacionales en nuestros aeropuertos —JFK, La Guardia, Stewart— tengan protección. Durante la crisis del Ébola, a estos trabajadores de aeropuertos solo les dieron mascarillas de papel. Sabemos que esto es casi ridículo porque una mascarilla de papel no evita que alguien contraiga Ébola. La situación es que los trabajadores de seguridad, de equipaje, los asistentes de sillas de ruedas, trabajadores que manipulan alimentos y vendedores de nuestros aeropuertos, las personas que están haciendo un trabajo agotador para asegurarse de que nuestros aeropuertos funcionen correctamente, no están protegidos por los planes de seguro médico actuales”.

En el año 2018, Trump disolvió el equipo de respuesta a pandemias de la Casa Blanca y recortó los fondos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades para ayudar a otros países con la prevención de epidemias, entre ellos China.

Se necesita una infraestructura sólida de salud pública. Una población saludable con acceso regular a atención médica asequible es la mejor defensa contra una epidemia como la que enfrentamos ahora.

Medicare para todos sería una inyección muy necesaria para el sistema de salud estadounidense.


© 2020 Amy Goodman

Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

Puedes leer la noticia original aquí.

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